Artículo del Dr. Martín Carrasco, Psiquiatra, Director Médico de los Centros de Hermanas Hospitalarias en Navarra y actual Vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, «Salud mental y desconfinamiento». Donde analiza, desde el punto de vista de la salud mental de la población, el impacto de la pandemia que estamos viviendo y del propio desconfinamiento.
Un artículo donde analiza los distintos factores que han podido afectar a la salud mental en el contexto de la COVID-19 y sus consecuencias tanto para la población general como para las personas con trastornos de salud mental previos. Factores como “la repercusión directa de la infección en el sujeto que la padece y en su entorno familiar y social. El duelo por la pérdida de compañeros, familiares y amigos. Las medidas de confinamiento y el cambio del estilo de vida y la incertidumbre frente al devenir de la epidemia y sus secuelas. Además, señalar como otro factor la crisis económica y el desempleo. Y por último, las carencias de la atención psiquiátrica y social provocada por la situación”.
El Dr. Martín señala que “el confinamiento es solo uno de los factores que pueden estar afectando a la salud mental, mientras que el resto – al menos algunos de ellos – permanecerán ejerciendo su influencia durante mucho tiempo. Por lo tanto, el fin del confinamiento no supone, ni mucho menos, el fin de las consecuencias sobre la salud mental de la pandemia”.
En cuanto a las consecuencias más habituales sobre la salud mental apunta a “la aparición de síntomas ansiosos, depresivos, cambios en el apetito, alteraciones cognitivas, cansancio paradójico, alteraciones del sueño y aumento del consumo de alcohol u otras sustancias. Pero todo ello puede tener consecuencias muy superiores cuando se trata de personas que ya tenían trastornos de salud mental previos”. “Síntomas que pueden no ceder al cesar el confinamiento. Incluso pueden llegar a aumentar. De ahí la importancia de seguir ciertas recomendaciones a la hora de afrontarlo, que a su vez hay que matizar para determinados grupos de población”.
El estrés del desconfinamiento
“No cabe duda de que la experiencia del confinamiento ha sido muy estresante, pero la resistencia ante el estrés es muy variable según las personas. Por ello, no debe resultar una sorpresa que algunas personas estén deseando que se terminen las medidas restrictivas para retomar su vida normal, mientras que otras necesitan un grado de seguridad mucho mayor, que solo irán adquiriendo progresivamente. Es mucho más fácil aprender a tener miedo, que aprender a no tenerlo. Aunque el miedo puede aprenderse en una sola experiencia, la sensación de seguridad necesita de múltiples exposiciones para que pueda desarrollarse”.
En este sentido, en el artículo dedica todo un apartado a las “Recomendaciones en el desconfinamiento” de cara a afrontar esta situación. Un apartado en el que se hace especial hincapié en tres grupos poblacionales por sus características: niños, adolescentes y mayores.
El Dr. Martín Carrasco precisa que “Es importante distinguir entre los sentimientos y reacciones normales durante este proceso de desconfinamiento, y cuáles pueden ser señales de alarma de un trastorno mental. La respuesta a esta pregunta es compleja ya que influyen muchos factores a la hora de discernir entre lo normal y lo patológico, sobre todo porque no existe una solución de continuidad entre ambos en el funcionamiento mental. No todo lo normal es sano ni todo lo anormal es patológico.” Y nos da claves para detectar “cuándo es preciso pedir ayuda profesional”.
Las últimas páginas del artículo el Dr. Martín Carrasco las dedica a un tema importante como es la “La prevención de la depresión”, “La experiencia de otros desastres nos indica que los trastornos depresivos, junto con los trastornos de ansiedad y el trastorno por estrés postraumático se encuentran entre los problemas psiquiátricos más comunes en este tipo de situaciones, aunque también hay que enfatizar que la gran mayoría de la población superará las adversidades sin repercusiones graves, fruto de la resiliencia natural del ser humano, y no hay que “psiquiatrizar” o “psicologizar” estas situaciones”. En este sentido presenta una batería de factores de riesgo para la aparición de un trastorno depresivo junto con una serie de “Medidas de autocuidado para prevenir la de presión en situaciones de crisis social”.
Y finaliza el artículo haciendo alusión al impacto de esta pandemia en las personas que ya padecían previamente alguna patología mental como la depresión o un trastorno mental grave apunta que: “Es evidente que las personas aquejadas de un trastorno mental grave (TMG) son más vulnerables a las distintas situaciones adversas provocadas por la epidemia de COVID-19, lo que puede resultar en recaídas o empeoramiento, debido a la alta susceptibilidad al estrés en comparación con la población general. Por otra parte, muchas personas con trastornos de salud mental grave asisten regularmente a consultas para evaluaciones, analíticas – por ejemplo, determinación de niveles plasmáticos de litio, valproato, o determinación de fórmula sanguínea en sujetos tratados con clozapina – y revisión de sus prescripciones. Sin embargo, las regulaciones nacionales sobre desplazamientos y cuarentena han resultado en que estas visitas regulares se han visto seriamente afectadas. Los recursos asistenciales hospitalarios o de tipo intermedio -como hospitales de día o centros de rehabilitación psicosocial – también se han visto afectados”. En este contexto, el Dr. Martín Carrasco cierra el artículo con distintas recomendaciones para la desescalada en personas con esquizofrenia.
Os dejamos aquí el link al artículo completo sobre salud mental y desconfinamiento. Salud mental y desconfinamiento.