La integración de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC, en el sistema sanitario contribuirá de manera decisiva a mejorar la atención sanitaria, pero también exigirá redefinir un nuevo sistema de gestión asistencial y el papel de los agentes que intervienen en el sistema; este extremo ha sido puesto de manifiesto en el debate “La sanidad ante las nuevas tecnologías. Un nuevo horizonte para profesionales y pacientes”, organizado por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria, Fenin, y desarrollado en el marco del XXI Congreso Nacional de Derecho Sanitario, que tuvo lugar recientemente en Madrid.
Al decir de los expertos, en este contexto el derecho sanitario se convierte en la herramienta esencial para definir y regular no sólo la actividad y alcance de estas nuevas herramientas, sino también el papel de los actores que intervienen, además de combatir la “brecha digital” y garantizar la seguridad, calidad y eficiencia de las TIC.
Para Margarita Alfonsel, secretaria general de Fenin, “las empresas del sector de tecnología sanitaria son socios estratégicos fundamentales en el cambio de rumbo que el sistema sanitario necesita, ya que ofrecen respuesta a los nuevos retos asistenciales a través de nuevas tecnologías, se anticipan a las necesidades futuras y abren las puertas a una nueva forma de gestionar la asistencia sanitaria; pero es necesario definir y regular el papel que juegan todos los actores en este nuevo modelo más eficiente orientado hacia la integración de las TIC en el cuidado de la salud”.
Transformación digital
Del debate se desprende que España es uno de los diez primeros países de Europa en caminar hacia la transformación digital de su sistema sanitario. La exitosa implantación de la receta electrónica, que alcanza ya el 70% de las prescripciones y el uso progresivo de la historia clínica digital, materializado en más de 20 millones de historiales, abren un escenario de gestión, asistencial y jurídico en el que deben definirse las responsabilidades y garantizarse los derechos de todos los participantes, entre ellos los pacientes, cuyos datos deben contar con la protección jurídica necesaria.
Otro punto a destacar es que la estrategia integral en TIC y e-salud precisa no sólo acompasar las reformas sanitarias y las tecnológicas, sino además implantar un marco jurídico definido, y previsible que garantice la actuación de los agentes implicados y la seguridad de las inversiones a medio-largo plazo.
Planes estables
En opinión de Javier Colás, presidente de la Fundación Tecnología y Salud, “la tecnología es la herramienta más adecuada para poner al paciente en el centro del sistema, pero para su desarrollo es esencial contar con planes estables no cortoplacistas que permitan definir la escalabilidad de las medidas inversoras, así como las estrategias de financiación y planificación más adecuadas”.
En este punto, Julio Sánchez Fierro, vicepresidente de la Asociación Española de Derecho Sanitario, puntualiza que la necesidad de contar con un marco legal estable que facilite un desarrollo sostenible “implica la creación de una gobernanza que permita garantizar la interoperabilidad y la integración de políticas de las diferentes comunidades autónomas respetando la pluralidad de competencias”.
Según este experto, el marco regulatorio de la e-salud debería contemplar una adaptación de las normas de contratación en el sector público para integrar las nuevas tecnologías en la atención sanitaria “insistiendo, de esta forma en la construcción de un marco estable y previsible de actuación para todos los agentes”.
Financiación
En cuanto a la financiación de la e-salud, Luciano Sáez, presidente de la Sociedad Española de Informática de la Salud, SEIS, acota que esta exige también un escenario de estabilidad, “reconociendo la importancia de avanzar en la dotación de infraestructuras TIC, elevando la inversión actual, acorde con una estrategia nacional sobre e-salud, que cohesione los avances autonómicos realizados con las iniciativas implantadas a nivel europeo”.
En este punto, los expertos abogan por una Estrategia Nacional de e-salud que cuente con una programación presupuestaria plurianual, a resguardo de los cambios en las instituciones, con sistemas de evaluación de resultados y normas de estandarización y normalización. “La brecha digital se produce por la ausencia de una estrategia específica en e-salud. Para evitarlo, es necesario crear un entorno estable de flujo de información y gestión de datos, normalizado, estandarizado y comprensible por todos los actores, públicos y privados” concluye Margarita Alfonsel