Depresión: ¿qué se puede hacer desde el entorno?

Publicado en El Mundo

La depresión es una enfermedad mental que en los casos más graves puede resultar devastadora. Reduce al que la padece a una situación límite en la que se percibe el pasado teñido por la culpa, el presente lleno de angustia y el futuro sin esperanza. Se pierde la autoestima, ya no hay confianza en uno mismo y falta el ánimo, la vitalidad y la energía, al tiempo que desaparece cualquier momento de relajación, satisfacción o simple serenidad.

Esto se acompaña de la creencia de que lo que sucede sólo se debe a la propia debilidad o insuficiencia y por tanto no va a tener solución. ¿Cuál es el papel que familiares y allegados pueden jugar?

En primer lugar, descartar actitudes críticas o negativas. La depresión es muy difícil de entender para quien no la ha padecido, esto a veces provoca que se manifiesten comentarios sobre falta de colaboración del enfermo: «no pones de tu parte…» o a exigencias de actividades para las que no está capacitado: «pero cómo no te animas…», cuando lo que precisamente no tiene el depresivo es ese ánimo. Hay que descartar cualquier decisión importante en este momento (cambio de trabajo o domicilio, rupturas sentimentales, tomar unas vacaciones, hacer un viaje,…), pues no se dan las condiciones idóneas y luego puede lamentarse.

Después hay que mostrar apoyo, comprensión, disponibilidad, compañía y afecto en todo momento, lo que no va a resolver el problema pero sí supone un soporte en momentos críticos. Es importante detectar la sintomatología, especialmente si hay cambios bruscos, periodos de agravamiento, cambios inesperados de conducta u otros síntomas de alarma. También hay que promover siempre la consulta con los profesionales y verificar el seguimiento estricto de sus indicaciones.

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La depresión es una enfermedad tratable por medios psicológicos, farmacológicos y biológicos y los afectados deben recibir esta ayuda de forma precoz y continuada. Aún en la mejor de las opciones, desgraciadamente se producen desenlaces negativos. Es lo que ocurre en la prevención en general. Por muchos detectores de humos y extintores que pongamos, al final hay incendios.

Esto es muy doloroso para todos y debe motivarnos a apoyar a los que pasan por esta terrible pérdida y a promover los mejores sistemas de prevención, diagnóstico y asistencia para estas situaciones.

Jerónimo Saiz Ruiz

Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid Presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental

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