Alcolea: «No tengo motivos para bajar la cabeza por tener un trastorno obsesivo»
- Actor y formador de teatro, ha escrito un libro, ‘Tocados’, sobre su experiencia como afectado por el trastorno obsesivo compulsivo.
- El TOC es una de las enfermedades psiquiátricas más comunes. En España se calcula que hay un millón de afectados.
- La enfermedad se caracteriza por obsesiones intrusivas, seguidas de pánico y emociones que obligan a realizar rituales como lavarse las manos reiteradamente o vigilar compulsivamente suministros de gas o luz.
- Este sábado, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental.
«De niño tendía a repetir las frases al hablar. Si por ejemplo quería irme a jugar con mis amigos le preguntaba a mi madre: ‘mamá ¿me dejas salir?’. Y ella me contestaba: ‘sí, vete’. Entonces yo le volvía a preguntar, una y otra vez: ‘mamá, ¿me dejas salir? ¿me dejas?’ En ocasiones pasaba que ella se enervaba y me decía: ‘¡Pues ahora no sales!’. Tendría unos cinco o seis años. La gente no lo entendía, lo que veía era un niño insistente, cansino».
Repetir las frases es uno de los primeros «rituales» que Damián Alcolea (36 años) —profesor de teatro y actor secundario en musicales y series como El Internado— recuerda de cuando empezó a padecer trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad que le ha convertido en gurú gracias a un blog y al libro que ha escrito, ‘Tocados’, en donde vuelca con valentía su experiencia de vivir con una de las cinco enfermedades psiquiátricas más comunes. Solamente en España se calcula que hay hasta un millón de afectados. «Demasiados para que se hable tan poco de ellos», opina Alcolea.
A los 13 años, este chico de Socuéllamos (Ciudad Real) le pidió a su madre que le ayudara. «Algo en mi cabeza no funcionaba bien», explica. «Tenía un nivel de sufrimiento, de malestar psíquico, que no me dejaba llevar una vida feliz». Gran parte del día estaba bajo el influjo de un trastorno de ansiedad que se caracteriza por obsesiones que conducen al pánico y estrés que solo apacigua cumplir un ritual repetitivo, como los lavados de manos, apagar y encender la luz, o las rumiaciones mentales.
La primera visita a la especialista del servicio de salud mental manchego bastó para obtener un certero diagnóstico de TOC. Más complicado le resultó asumir, en plena vorágine de la adolescencia, la perseverancia que precisan las herramientas terapéuticas para frenar las obsesiones compulsivas.
«Llegué a lavarme las manos con lejía hasta hacerme sangrar»
«En esa época tenía decenas al día. Llegué a lavarme las manos con lejía hasta hacerme sangrar. E infinidad de rumiaciones, como contar mentalmente ciertos gestos que hacía al colocar la toalla en el baño o cuando me lavaba los dientes. Y si la cuenta terminaba en números que yo consideraba malos, tocaba volver a empezar». Estos actos neutralizadores, como se denominan, eran la única forma de escapar de los escenarios agoreros que le mostraba su mente. «Que las obsesiones del TOC son siempre lo más alejado de la moral y tienen que ver con que algo terrible le sucederá a tu familia o a ti
mismo si no haces algo por remediarlo», revela.
Pese a que la OMS incluye el TOC entre las siete enfermedades psiquiátricas más discapacitantes, Alcolea estudió arte dramático en Murcia, completó su formación teatral en Londres y se afincó en Madrid. En la capital vivió una etapa muy crítica, en la que «con el cerebro muy revuelto» descubrió una técnica que aboga, más que por alejarse de las obsesiones, por conectarse a ellas y sostenerlas. «Al principio da mucho pánico, pero con el tiempo empiezas a ver que las obsesiones no tienen más importancia de la que tú le des».
Salir del armario y aceptarse
Gracias a esta terapia, a una dosis «ínfima» de un medicamento inhibidor de la serotonina y a la valentía de abrir un blog para contar su experiencia, Alcolea sentó las bases de su proceso de aceptación personal.
Al principio escribía oculto bajo un pseudónimo, pero comprendió que la aceptación integral exigía revelar su verdadera identidad. Salió del armario de la enfermedad mental primero en su círculo personal, después en su entorno laboral y enseguida con su creciente comunidad de seguidores. «Comprendí que yo soy más que mi TOC. Soy valioso, soy suficiente y soy perfecto más allá de mi malestar psíquico. No tengo motivos para bajar la cabeza por padecer un trastorno mental».
La mayor parte del tiempo su mente consigue dejar pasar las obsesiones y ahora estas no le provocan ningún efecto perturbador. Visibilizarse ha resultado más beneficioso de lo que imaginaba. Los directores de casting le llaman poco, «pero igual de poco que antes», puntualiza, «que la situación de la profesión es muy complicada». Es feliz con su vida como profesor de teatro y en su nueva faceta de divulgador.
«Cada vez que lo verbalizo lo estoy normalizando para la sociedad y también para mí»
El miércoles pasado Feafes le invitó a dar una charla sobre su trastorno en primera persona. A la salida le esperaba una mujer que había ido a posta a verle. Quería saber si estaba cumpliendo bien su papel como madre de un hijo diagnosticado de TOC. Alcolea le aconsejó acompañar al hijo en su proceso terapéutico con confianza, pero sin interferir en exceso. La mujer se despidió y le agradeció su valentía, que calificó de «luz para guiarse y espejo en el que mirarse». Abrumado, Alcolea no oculta que verbalizar su historia le resulta terapéutico. «Le digo a todos lo valioso que soy, pero a la vez me lo recuerdo a mí mismo». Ha conseguido encontrar la llave para hacer de su trastorno «un escalón en lugar de un obstáculo».
Día de la salud mental
Cada vez son más los adultos jóvenes que piden cita al médico por problemas relacionados con la enfermedad mental. En torno a un 15% más en los últimos dos años, según el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Principalmente, por ansiedad, depresión o un cuadro mixto. Casi una de cada tres consultas está ya motivada por problemas psicológicos y sus somatizaciones: fatiga, insomnio, irritabilidad…
Entre los jóvenes adultos, las mujeres son las que antes acuden a pedir ayuda, prioritariamente farmacológica, mientras los hombres son los que más suicidios consuman, alertan los especialistas.
Cada vez son más los adultos jóvenes que piden cita al médico por problemas relacionados con la enfermedad mental
La socióloga de la UNED Verónica Díaz ha estudiado la relación entre juventud, crisis e incremento de problemas mentales, y ha constatado siete problemas que les afectan: el incremento de conductas de riesgo (drogas), el aumento de la ansiedad, un futuro inseguro, deterioro de las redes sociales tradicionales, mayor complejidad de la transición a la vida adulta y la necesidad de estrategias para afrontar la incertidumbre».
El Ministerio de Sanidad anunció este jueves que incorpora en la Estrategia de Salud Mental la prevención del suicidio por ser la primera causa de muerte entre los 20 y los 35 años.